Maldito el viento que arrastra cenizas de ruidos
y el río oscuro de tanta tristeza
maldito el urbano cristal entreabierto
por donde respiro con dificultad
las sombras que otros pisaron
las sobras que nadie quiso
maldita la desnudez de la noche
que se abriga con frágiles silencios
y tu imagen gritándome tantas veces en mis ojos
que no alcanzo a comprender
cuando se detendrá este desvelo
cuando la rutina ceguera volverá otra vez
maldito tu recuerdo inamovible
que no va a dejar de besarme
con el sabor que hiere la despedida
con el dolor que nunca descansa
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